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La Metamorfosis en la vida

Arturo E. Cervantes Noviembre de 2024

En el universo entero, así como lo conocemos, se presenta un ciclo que parece interminable de nacimiento y muerte al que está sujeta toda forma de vida. El tema y su enigma han movido las conciencias humanas desde tiempos remotos, llegando a ser eje de culturas enteras, como en el caso de los egipcios clásicos, los griegos clásicos y los pueblos originarios de nuestra América indígena. En el caso preciso de estas tierras mexicanas, nuestras festividades parten del reconocimiento del encuentro entre los llamados vivos y los denominados muertos, en un portal de tiempo que se abre con las intenciones de los lazos de amor que nos unen. 

No obstante el entendimiento y la razón, lo cierto es que el tema de la muerte de nuestros seres queridos es sensible y profundo, ya que el amor, la cercanía y la propia experiencia de la vida nos mueven a generar raíces profundas que, cuando se truncan, nos llevan al dolor, al definitivo hecho de no volver a encontrarnos físicamente. ¿Cómo hacer para que, al tiempo de reconocer la profundidad y trascendencia de la muerte, los seres humanos podamos encontrar sentido al proceso y dar lugar a la certeza de que los lazos de amor no se cortan a pesar de dejar esta vida biológica? La ciencia contemporánea nos ha venido aportando en los últimos años -y desde diversas perspectivas- luz sobre este enigma, lo mismo que corrientes filosóficas como el budismo y el hinduísmo que, si bien proceden de un pasado remoto, hoy día vienen siendo comprobados sus postulados en torno a la continuidad de la vida después de la muerte física desde las neurociencias, la propia física y hasta la psicología profunda y la psiquiatría. 

En la visión antroposófica, vida y muerte son dos lados de una misma moneda, ya que los seres humanos no estamos circunscritos a nuestro paso biológico por la Tierra, sino que somos un continuo devenir relacionado con el desarrollo de nuestra alma en múltiples escenarios, épocas y circunstancias. A partir de esta forma de comprender nuestra existencia, entonces podemos ir a nuestras vidas biológicas con profundidad, consciencia, amor y libertad, para conquistar el temor a la muerte y confiar en el reencuentro amoroso con nuestros difuntos y en nuestra metamorfosis a través del devenir entre la muerte y el nuevo nacimiento en la Tierra. Nuestra propia existencia biológica así lo muestra: cada siete años - un septenio- ya no queda ninguna de las células de nuestro cuerpo con las que iniciamos ese periodo, ya que son renovadas totalmente en un proceso natural. Hay muerte en nuestros cuerpos, pero a la vez, hay vida renovada que sostiene nuestra experiencia humana. Y, así, hasta que el final biológico de un cuerpo agotado -o un accidente o una enfermedad- pone fin a esta experiencia, nos lleva a transitar el velo entre dimensiones -la física cuántica lo ha mostrado en experiencias de laboratorio y también con modelos matemáticos- y el impulso de nuestra alma nos hará desear el regreso a esta Tierra y a la vida biológica, como un proceso continuo de aprendizaje, de karma y de destino autolabrado.

 La pérdida de un ser querido, la pérdida de la vida propia, son elementos que nos generan temor, dolor, angustia y hasta ansiedad. Sin embargo, si damos un giro a esta visión de final de un camino y nos movemos de lugar para mirar desde otra perspectiva, podremos darnos cuenta de que la metamorfosis es una constante en el universo en el que estamos y que, dado ello, si somos parte de esta realidad, no podemos estar ajenos a ella, sustraídos de las leyes fundamentales que le dan sustento.

En el caso de México, nuestra visión ancestral coincide con esta imagen, concediendo a las almas humanas conexión amorosa que trasciende los hechos físicos, una metamorfosis constante que fue relacionada en muchas narraciones ancestrales y hasta nuestros días con otro hecho de la naturaleza, las mariposas, que nos muestran con su existir la transformación para el sostenimiento de la vida. Y más aún: en la zona de Valle de Bravo, donde se ubica Los Caracoles, existen santuarios de mariposas monarca, las que año con año y por millones nos muestran con su existencia no solamente el hecho de la metamorfosis en sí mismas, sino también el hecho de la continuidad. Estas monarca nacen en Canadá y en un momento preciso del año emigran hacia el sur, atravesando el territorio de Estados Unidos, llegando hasta la zona central de México. En el camino, mueren tres generaciones de ellas, pero la vida y su proceso se sostiene con los nuevos nacimientos, siendo estas nuevas mariposas las que llegan a su destino, reemprendiendo el retorno meses después, muriendo otras tres generaciones en el camino y llegando hacia su sitio de origen. Las monarca sostienen su proceso completo, entre vida y muerte, cumpliendo una cita con la naturaleza y mostrándonos la transformación y el impulso vital que las sostiene. Por cierto, solamente unas pocas, llamadas mariposas monarca matusalem, resisten el viaje de venida y de regreso, entregando sus delicados, frágiles pero potentes cuerpos en un ciclo mayor de acompañamiento de toda su especie.

La mariposa monarca nos muestra el camino de la naturaleza en general en esta Tierra, en metamorfosis, en trascendencia, en integración social y en un profundo sentido de la vida, permitiéndonos comprender cómo la temporalidad, la delicadeza y fragilidad de sus cuerpos se torna en voluntad, en decisión de vida y en fortaleza, sosteniendo su esencia a través del tiempo y la distancia. Así, el ser humano, inmerso en esta misma naturaleza, posee las mismas cualidades y los mismos poderes, independientemente de los sentimientos personales que guarde. Amamos a nuestros muertos queridos, amamos la vida y quisiéramos prolongarla hasta el infinito, pero lo cierto es que lo material fenece, la biología se impone, y nos queda la verdad espiritual de nuestro devenir con alma humanas en metamorfosis constante y la seguridad de que los lazos de amor que construimos, los puentes entre la vida y la muerte biológicas, son tan verdaderos como nosotros mismos en esta Tierra.



2024-10-30 | 08:28:29pm

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